12 de marzo de 2012

Sobre helados y axiomas

Pueden crucificarme. Nunca he sido amante de los helados.


Miento. ¿Recuerdan en qué blog se hayan?. Tengo vagos recuerdos de algún atracón de Frigopies cuando era chinorri. Pero aparte de eso y algún MiniMilk (sí amigos, yo era un temerario de los sabores) no tengo constancia de nada más.
Los postres son otra cosa. Sobretodo el Tiramisú, que merece escribirse siempre con mayúscula, es un caso especial. O el Pastís de Pastanaga (Euphorium Bakery vs. Cosmo).


Volviendo al tema de los helados, probablemente me decante por uno de vainilla. Un clásico. Ustedes hagan lo propio con su favorito. Ténganlo delante y mírenlo con la atención y cariño que se merece. Atrevánse a probarlo. Pausadamente, introduzcan la cucharilla y vean como se abre paso entre la cremosa masa. Llévenselo a la boca y sin prisa saboreen y analicen textura.
Bueno, ¿no?
Ahora, añadan pepitas de chocolate al helado. Frutos rojos o incluso pequeños trocitos de cookies. Dependerá del gusto del helado y del suyo propio. Vuelvan a saborear y  piensen. Probablemente lleguen a la misma resolución que el señor Koothrappali y de la que me declaro desde ya fan incondicional.

No veo posible estropear mi helado de vainilla con pepitas de chocolate.

4 comentarios:

  1. Madre mía, estás hablando de helados?? Seguro? Cuántas interpretaciones tengo que leer??!!

    ResponderEliminar
  2. Claro que hablo de helados!!! De qué más podría tratarse??? ;)

    ResponderEliminar
  3. DRÁCULA...cola, vainilla, fresa...Deberían hacerle un monumento al tio/a que lo inventó...
    Es incarle el diente y transportarte a los 80...y sin Delorean!

    ResponderEliminar
  4. ¿Dónde quedaron esos clásicos? Que vuelvan a la voz de ya!

    ResponderEliminar