Sobre reyes, tronos y gente bajita

Amanece y Poniente se prepara para aciagos y difíciles días. War is coming.

Los soldados no lustran sus armas porque en breve la sangre las teñirá de nuevo. Los criados temen más por su destino que los propios reyes. Algunos sirvientes hacen acopio de provisiones y preparan una posible huida.Las ciudades pueden dejar de ser seguras en cualquier momento. Granjeros y ganaderos rezan para que su tierra heredada no se convierta en campo de batalla. Los animales huelen el miedo y la muerte en la distancia. Incluso el viento parece susurrar antiguas canciones de guerra.

Unos lucharán por honor. Otros por venganza. Incluso algún loco lo hará por riqueza. Sentarse en el Trono de Hierro y gobernar los 7 reinos no es destino fácil.

En cuanto a ustedes, amigos, dejen lo que estén haciendo y prepárense. La guerra ha llegado y pueden deben ser testigos.

Pocas veces (se podrían contar con los dedos de una mano Simpsoniana) una serie grabó en mi retina imágenes tan poderosas. Unos personajes tan bravos, profundos o miserables. Si aún no saben de que les hablo, consigan la primera temporada de "Juego de Tronos". Comprénla, alquilénla. O robénla.
Disfruten de la mejor serie del momento (con su permiso, Mr. Heisenberg). Déjense atrapar por sus traiciones y mentiras o alimenten a su más profundo sentimiento del honor y la justicia.

Sin spoilear nada, les aviso; no busquen "buenos" ni "malos". Eso sería lo fácil. Poco maniqueísta en esencia, conocerán todo tipo de personajes. Doncellas luchadoras, príncipes cobardes y enanos seductores. Muy seductores.

En sus manos está ahora el ignorar mis palabras (nadie les culpará, pero tampoco esperen reconocimiento) o en ser testigos de la más apasionante historia que la cultura catódica nos puede ofrecer.

Sólo recuerden; las guerras pueden decidirse en el campo de batalla, pero no duden que comienzan en los pasillos más oscuros y en las más incestuosas alcobas.