14 de mayo de 2012

BIG IN JAPAN - II - PUEBLO AMABLE. MUCHO

Poco negativo podría decir sobre Japón. Pero mucho menos sobre sus gentes.

Uno de los ejemplos (y sólo uno), el más sorprendente que pude vivir, fue el comportamiento que tuvieron con nosotros unos vecinos de Hakone.

Hakone es una ciudad montañesa a unos 80 km de Tokio, famosa sobretodo por sus aguas termales. Si algún otaku nos lee, sabrá que es donde se desarrollaba la acción del manga y anime Neon Genesis Evangelion. Es una ciudad pequeña, poco más de 10000 habitantes, y la principal fuente de ingresos es el turismo.

Dicho esto, podemos concluir que sus habitantes están acostumbrados al turismo. Que al ser casi un pueblo podrían tener una mentalidad más hospitalaria o amable. Partimos de la base que estamos en Japón y allí ya son bastante más amables y hospitalarios que aquí. Me incluyo.
El tema es que un buen día, salimos a pasear los cinco gaijins por el pueblo. Buscando un lugar para comer, y ya les comento que no fue tarea fácil, acabamos en un restaurante al final de una carretera que no tenía la pinta de ser muy transitada. Y la verdad es que comimos muy bien. Una sopa sabrosísima (quizás la mejor que he probado en mi vida), una ensalada de algas y arroz con pato.

Las mujeres encargadas del restaurante, eran 2 y tendrían unos 60 años, bromearon un poco conmigo y sobre mi japonés. Me decían que era habilidoso y yo entre vergüenza y un punto de orgullo, les decía que no. Que para nada. Algún comentario más que no recuerdo y ya nos dejó claro que eran unas bellísimas personas.
Y en esto que nos quedamos solos en el restaurante. Un par de personas sólo vimos allí. Y empieza a llover. No mucho. Apenas una ligera llovizna.
Al disponernos a pagar, las mujeres comienzan a hacer aspavientos y a decirnos algo que obviamente no entendíamos y se ponen a llamar por teléfono. La lógica y un poco de japonés chapucero por mi parte, nos dio a entender que nos hablaban de la lluvia (o algo), y que esperásemos (o algo) y que les dijéramos dónde nos alojábamos (o algo). Todo en un perfecto japonés. El suyo, claro!
La cosa es que nosotros nos imaginábamos algo, pero no podía ser. ¿Cómo iba a ser? Pues fue. A los pocos minutos, y cuando ya no llovía casi nada, se presenta un hombre de unos 60 años también, con una sonrisa y un coche. La sonrisa vendría de serie y el coche era para llevarnos al ryokan donde pasábamos esos dos días en Hakone. Intentar hacernos entender y que comprendieran que no era necesario que nos llevara, fue tarea más que imposible.
Para no hacer un desplante y quedar como unos groseros y unos desagradecidos accedimos al viaje. Vaaale, también accedimos porque estábamos flipando tanto y nuestro grado de sorpresa era tan superlativa que nuestra reacción fue lenta y cuando nos dimos cuenta ya estábamos sentados 3 delante y 3 detrás del vehículo. Aprovechando esa disposición y teniendo en cuenta que los vehículos en Japón tienen el volante a la derecha, el gaijin de la izquierda hizo la broma de simular que conducía él, sin volante.
Ese gesto arrancó una sonrisa del agradable e improvisado chófer. No le arrancamos nada más. Nos dejó en la puerta y con otra sonrisa y unos 2000 saludos más tarde, se fue.

Imagínense. Nosotros aún flipando, entramos en la casa. Aún envueltos en un halo de alegría y una sensación de "aún no puedo creer que nos haya pasado esto". Sólo nos salían cumplidos y adjetivos de agradecimiento. Nos prometimos que al día siguiente compraríamos unas flores y se las llevaríamos a las mujeres como muestra de gratitud.
Igual es que teníamos otras cosas que hacer. O que no encontramos flores. O que quizás demostramos que no somos tan amables ni hospitalarios. Pero aún están esperando nuestras flores aquellas mujeres, en aquel restaurante al final de una carretera que no tenía la pinta de ser muy transitada.

Mamonaku: Two worlds.

4 comentarios:

  1. La realidad es que seguro que no esperaban nada a cambio, ni esas flores... Una de las situaciones más agradables de mi vida... y eso que no queríamos ir al Ryokan! :-)

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  2. Y no hay un interflora japones?, como bien has dicho, en tema amabilidad no dan miles d vueltas.
    Asi teneis otra escusa para volver, eso si acordaros esta vez, que no se diga...

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  3. Estimados Sr. Jos Y sr. Elric, las ganas a volver son inversamente proporcionales a mi abundancia económica. Y tengo infinitas ganas de volver.

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